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El roble húngaro es de las mejores materias primas del mundo para fabricar barricas. Durante el siglo XIX y a principios del XX Hungría era proveedor habitual de barricas de muchos lugares de Europa, entre ellos también de la región de Burdeos. Hoy día empieza recuperar su posición en el mercado que perdió casi por completo durante la época comunista.

El roble húngaro también era muy conocido y apreciado en España. Los antepasados de los más distinguidos maestros toneleros recuerdan haber trabajado el roble húngaro y hoy en día muchos de sus descendientes vuelven a optar por él.

Los robles de la región Zemplén - montañas de altitud media, situadas al noreste de Hungría - son de calidad excepcional. Sólo quedan dos regiones del mundo donde el Quercus petraea todavía se encuentra en estado puro: los bosques de Tronçais (Francia) y los de Zemplén (Hungría)

El suelo volcánico, el clima severo y el crecimiento lento resultan en unos magníficos árboles de troncos rectos, fibra densa y grano fino/medio-fino (4-7 anillos por cm)  Los robles escogidos para la fabricación de barricas se talan a una edad de 120-150 años.

El Quercus petraea de Zemplén se caracteriza por su efecto oxidativo bajo, aromas discretos y especiados. Tiene algo menos de taninos que el roble francés y son menos astringentes. Respeta las características frutales de cada variedad, potencia y enriquece los vinos durante la crianza. Es muy recomendado para crianzas iguales o superiores a 6 meses.