Después del
tostado se deben reajustar los aros y comienza el montaje de los fondos. En ambos extremos de la barrica se tornea una ranura llamada argallo y se rematan las testas de las duelas laterales en bisel. Se debe asegurar una perfecta unión entre las duelas laterales y los fondos para evitar posibles fugas.
La boca se quema para obturar las fibras de la madera y evitar que los tejidos puedan absorber líquidos durante la crianza de vinos.
Todavía falta lograr la estética final de la barrica: se lija toda la superficie exterior y se montan los aros galvanizados definitivos con sus remaches.
La barrica ya acabada se somete a un control exhaustivo de calidad: comprobamos el estado de cada duela, la perfección del interior y realizamos la prueba de estanqueidad con agua a presión para asegurarnos de que no quedan fugas.
Una vez pasados todos los controles, se graba el nombre y logotipo deseado con tecnología laser. Personalizamos las barricas a petición de nuestros clientes.