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Desde el bosque hasta su unión con el vino el roble recorre un largo camino.

Quisiéramos contarles nuestra forma de trabajar con la ayuda de algunas imágenes y una breve descripción sobre cada fase de la producción.

En la página de Inicio puede ver nuestro video de presentación.
La fabricación de las barricas empieza en el bosque. Entre mediados de noviembre y finales de marzo nuestro personal experto selecciona los robles para la fabricación de barricas. Deben ser árboles de calidad superior: el diámetro del tronco, la densidad de las fibras, los fallos de madera, la presencia de ramificaciones, el crecimiento recto y equilibrado… son muchos los factores a tener en cuenta.

Después de pasar una rigurosa selección, los robles escogidos para la fabricación de duelas se talan y se trasladan al aserradero. Son árboles de 120-150 años de edad.

Toda la materia prima de Dynamis procede de los montes Zemplén y en su gran mayoría de sus laderas orientadas hacia el norte. Estos bosques pertenecen a explotaciones forestales estatales. La Ley Forestal Húngara es una de las más antiguas del mundo; el control gubernamental es garantía de una gestión sostenible y responsable.
Los lotes de roble se trasladan a la serrería y con el hendido comienza el proceso de obtención de duelas. Durante el hendido sabremos si hemos escogido bien en el monte: el roble se debe abrir longitudinalmente a la largo de las fibras, de forma recta y limpia.

Una vez obtenidos los cuartones y eliminados los desechos, comienza un extraño “baile”: manos expertas giran cada pieza una y otra vez para convertirlas en tablones. Los tablones provienen de la parte más noble de la madera: son piezas tenaces, flexibles y con los radios medulares paralelos a la superficie. Estas propiedades mecánicas serán ineludibles cuando el roble se encuentre con el fuego. Pero antes pasaran al menos 2 ó 3 años.

Durante todo el proceso - desde la tala hasta el montaje de las barricas - aplicamos la trazabilidad para conocer la procedencia exacta de cada duela, la fecha de la tala y la de la elaboración.
El tiempo es fundamental para el curado del roble. La madera, mientras reposa al aire libre, es transformada por el sol, la lluvia, el viento y la acción de los microbios. Poco a poco pierde humedad; la lluvia arrastra varias sustancias - entre ellos parte de los taninos y cumarinas de gusto amargo -, los hongos penetran en las células y dan lugar a procesos enzimáticos. Muchos ácidos y compuestos de sabor astringente se transforman en compuestos aromáticos mucho más agradables.

Apilamos los tablones de roble para asegurar una buena circulación de aire y los secamos al aire libre durante 24 o 36 meses. Para una maduración más homogénea, cambiamos periódicamente la posición de los tablones dentro de las pilas.
Mientras los tablones descansan y maduran en el exterior, dentro de la tonelería no cesa la actividad. Llegan pilas de tablones ya curados a la intemperie, se eliminan los extremos agrietados y se someten a un riguroso control de calidad. Con maquinaria de alta precisión se trabajan los tablones para convertirlos en duelas. Las duelas deben tener  todas las caras, cantos y ángulos formados para lograr una unión perfecta entre ellas durante el montaje de la barrica.

Nuestros maestros toneleros vuelven a tomar el relevo a las máquinas y comienza un trabajo artesanal: el armado de las barricas. Las duelas se ensamblan sobre un aro hasta obtener un cono perfecto que en Hungría llamamos “falda”. Una vez armada, la barrica pasa al fuego de leña de roble y comienza la fase más espectacular del montaje de las barricas: el domado. La acción combinada del fuego y del agua aumenta de forma gradual la temperatura y la elasticidad de la madera. Cuando las duelas alcanzan su punto de máxima elasticidad comenzamos a doblarlas poco a poco con la ayuda de una prensa neumática hasta conseguir el arqueado final de la barrica.

Para alimentar el fuego durante el domado, sólo utilizamos los restos de los troncos que nos han proporcionado las duelas. Así el interior de las barricas comienza a impregnarse de los aromas propios del tostado...
Después del tostado se deben reajustar los aros y comienza el montaje de los fondos. En ambos extremos de la barrica se tornea una ranura llamada argallo y se rematan las testas de las duelas laterales en bisel. Se debe asegurar una perfecta unión entre las duelas laterales y los fondos para evitar posibles fugas.

La boca se quema para obturar las fibras de la madera y evitar que los tejidos puedan absorber líquidos durante la crianza de vinos.

Todavía falta lograr la estética final de la barrica: se lija toda la superficie exterior y se montan los aros galvanizados definitivos con sus remaches.  

La barrica ya acabada se somete a un control exhaustivo de calidad: comprobamos el estado de cada duela, la perfección del interior y realizamos la prueba de estanqueidad con agua a presión para asegurarnos de que no quedan fugas.

Una vez pasados todos los controles, se graba el nombre y logotipo deseado con tecnología laser. Personalizamos las barricas a petición de nuestros clientes.